Para muchos, el trabajo forma parte de uno de los ejes centrales de nuestra vida, ya que nos desenvolvemos diariamente en él, ocupando un gran espacio en nuestro día a día. Por ende, pasamos tanto tiempo de nuestras vidas adultas trabajando, que hacerlo en un ambiente tóxico, sin duda alguna, es un detonante para nuestro bienestar; así como, para la empresa, ya que a mayor insatisfacción, mayores son los niveles de rotación y menor es el rendimiento en el trabajo.
Hoy en día, muchos ya saben identificar las señales de un mal clima laboral, reconocen cuando algo no está marchando bien. Sin embargo, son pocos los líderes y jefes que tienen e implementan estrategias para evitar o mejorar las condiciones en las que trabajan los colaboradores de su empresa.
En un artículo de Harvard Business Review, Ludmila N. Praslova, describe que para mejorar el ambiente laboral, las intervenciones deben ser en el sistema y no solo de manera individual como hoy en día se hace. Un ejemplo de esto sucede cuando hay problemas al momento de la entrega de trabajos o no se cumplen con los plazos planteados. Normalmente, se suele culpabilizar al empleado en relación a su desempeño y eficiencia; no obstante, una perspectiva sistémica apuntaría a analizar la situación a nivel global y cuestionarse qué está pasando en la empresa que los empleados no logran cumplir con los plazos estipulados, tal vez no se está evaluando bien la carga laboral o se requiere de más personal. De esta forma, evitamos culpar injustamente a los colaboradores y aumentamos su compromiso con la compañía, reteniendo así el talento.
Una empresa es como una máquina, cada una de sus piezas debe estar bien aceitada para que funcione adecuadamente; no obstante, cada una de ellas no sirve de manera aislada, necesita trabajar en conjunto, en un sistema que permita que todas las piezas funcionen adecuadamente.
En base a lo mencionado, les dejamos algunos puntos claves para comenzar a poner en marcha en sus empresas y equipos de trabajo:
Abre los canales de comunicación, lo que promoverá la construcción de un entorno en el cual los colaboradores se sientan escuchados y valorados. Promover la escucha activa permite que el intercambio se dé de forma bidireccional, fluyendo una mayor cantidad de ideas creativas.
Busca conocer la opinión de los trabajadores de la empresa. Recordemos que todas las piezas son importantes, por más pequeñas que sean; ya que cumplen una función primordial, por lo cual, es importante oír qué tiene cada uno para decir en relación al puesto en el que se desenvuelve y cómo ve a la empresa.
Crea estrategias para el reconocimiento laboral. Espacios donde los empleados puedan sentir que su trabajo es apreciado a nivel general, ya que esto permite entender al colaborador el propósito, sentido e importancia de su puesto.
Incentiva el trabajo en equipo, siempre promoviendo valores como el respeto, la comunicación no violenta y la eficiencia.
Evita la sobrecarga laboral, a través de la distribución correcta de tareas, tratando de ser lo más equitativos posibles, y así mismo, tener metas realistas, basándose en las capacidades y potencial del colaborador.
Finalmente, como en todo sistema, una cosa afecta a otra; de esta forma, si mantenemos un buen ambiente de trabajo, en el cual las personas se siente cómodas y satisfechas, esto también repercutirá a nivel personal, familiar y social; incrementando el bienestar en general, reduciendo los niveles de estrés y mejorando la calidad de vida.
No olvidemos que “colaboradores felices, empresas exitosas”. La mejor inversión que puede hacerse es en el capital humano.