¿Alguna vez se han preocupado más de la cuenta en agradar a otras personas? O tal vez, ¿han dicho o hecho cosas que en realidad no sentían o no querían, simplemente por sentirse aceptad@s?
Bueno… Hoy, quería contarles que el necesitar caerle bien al resto, es algo con lo que vengo luchando desde hace muchos años de mi vida. Me di cuenta de que me limitaba en muchos aspectos y sobre todo me impedía ser yo misma. No me permitía mostrarme en esencia ni podía decir lo que pensaba ni sentía realmente.
Mientras más me pongo a pensar en el por qué, más me doy cuenta que la emoción que predominaba en esos momentos era el MIEDO. Pero ¿miedo a qué?, pues a que alguien decidiera que yo no era de su agrado o que no estaba de acuerdo con mis acciones, pensamientos o emociones. Esto hacía que yo me creyera menos inteligente, menos simpática, menos querida… y por ende, automáticamente, esto generaba que yo me sintiera poco valiosa.
Me imagino que se estarán preguntando: ¿Por qué pensabas eso? ¿Por qué te sentías de esa forma? Y es que yo no me estaba dando cuenta del poder que le daba a los otros. Lo hacía de forma inconsciente, pero terminaba poniendo todo mi valor en lo que pensara el resto de mí y en que me aprueben.
Mientras voy escribiendo este artículo, #confesión, me doy cuenta de lo tonto que puede sonar esto, inclusive me provoca darme una cachetada para hacerme reaccionar y entrar en razón. Sin embargo, creo que detrás de esta necesidad de ser aceptada hay algo mucho más profundo, algo que va más allá de lo evidente.
Y me vi en la necesidad de contarlo, porque creo que es algo que muchos de nosotr@s, como seres humanos, podemos llegar a experimentar y terminar cayendo en este círculo vicioso, en el que nos sentimos valiosos cuando agradamos al resto, sin darnos cuenta del precio que estamos pagando: perder nuestra esencia.
Decidí, entonces, explorar un poco más entre autores y teorías psicológicas, que me ayudaran a entenderme a mí misma un poco mejor. Y me encontré con “Albert Ellis”, quien explica que a lo largo de nuestra vida formamos creencias que se arraigan en nosotros y terminan guiando nuestra forma de actuar, pensar y sentir. Una de las 12 creencias que él identificó fue: “Es una necesidad extrema para el ser humano adulto ser aprobado prácticamente por cada persona significativa en su vida.” En otras palabras, solo seré una persona valiosa si los demás me aprecian y me consideran una persona valiosa.
A pesar de que es un hecho que parte de nuestra naturaleza, como seres sociales, es querer ser aprobados por las personas con las que llegamos a tener una relación íntima; es importante preguntarnos si ¿realmente necesitamos que absolutamente TODO el mundo nos quiera, aprecie o valore? Creo que la respuesta resulta evidente, la verdad es que NO.
Quisiera compartir con ustedes un resumen de lo que leí y que me ayudó mucho a ver de forma más racional lo que estaba pensando y sintiendo. Explicar algunas razones por las que no es productivo querer tener la aprobación de tod@s:
Demandar que tengo que caerle bien a tod@s, significa plantearme un objetivo poco realista y demasiado perfeccionista. Pues así logre que 99 personas me amen o acepten; igual va a existir esa persona número 100, que no lo hará. Y esto termina siendo lo natural y real.
Es cierto, que es importante actuar bien, por uno mismo y también para ser vistos de forma positiva. Sin embargo, otra cosa muy diferente, es tener la necesidad extrema de la aprobación de otros; lo cual genera que nos sintamos angustiados o que pensemos que algo está mal en nosotros por no ser aprobados socialmente. Es aquí, donde comenzamos a darle más peso a que nuestras acciones sean “bien vistas” por el de al lado, en lugar de que sean correctas en sí.
Además, es casi imposible ser siempre buen@ o simpátic@… SOMOS SERES HUMANOS, y como tales somos propensos a equivocarnos y a experimentar todo tipo de emociones, incluyendo a esas que a veces no nos dejan actuar de forma agradable. Lo cual no nos condena como personas malas o poco valiosas.
Cada persona es diferente y única, por lo tanto tienen preferencias y gustos distintos. Supongamos que yo pudiera ganar la aprobación de prácticamente todas las personas que quisiera. Eso significaría que para eso tendría que adecuarme y amoldarme a lo que los demás quisieran, actuando como un camaleón y siendo una persona “diferente” en cada interacción. ¡Qué agotador! ¿Realmente vale la pena vivir así? ¿Nos sentimos cómodos actuando en función a otros? Les digo algo, una vez que terminen de complacer a los demás, se terminarán viendo al espejo y ni se reconocerán, ya que habrán perdido su esencia.
Por otro lado, si forzamos la amistad y la aceptación de las personas, podemos llegar a abrumar. Nos mostramos tan inseguros e insistentes, que podemos resultar molestos; lo cual, finalmente, termina por alejar a los demás. Aprendamos a fluir, dejemos que las relaciones amicales y románticas se den de forma natural y espontánea. Pues, no creo tampoco, que uno quiera que lo aprecien por ser alguien que no es.
En mi experiencia, he descubierto, que el permitirme ser quien realmente soy, puede generar que no siempre pueda obtener la aprobación del de al lado, pero he logrado entender que eso no está bajo mi CONTROL para poder cambiarlo o modificarlo. No obstante, lo que si puedo hacer, es asegurarme que estoy moviendo todas mis fichas, intentando dar el amor que me gustaría recibir, siendo genuina y espontánea con las personas siempre. Y quien lo aprecie, me permite saber que en verdad me valora por quien soy.
Por eso, me gustaría que tomen en cuenta lo siguiente:
No se trata de eliminar cualquier deseo de ser querido por otr@s, pero que este no sea una necesidad excesiva y arrolladora.
Tu valía personal no depende de lo que otros piensen de ti. Enfócate en que lo que dices y lo que haces, busca siempre el bienestar tuyo y de los demás.. Si a pesar de eso, alguien no lo valora, pues no es una persona que quieres en tu entorno. Tú tomas la decisión.
Es natural y necesario admitir que no te gusta que alguien piense mal de ti o que no le parezcas simpátic@. Pero, una cosa es que nos incomode y otra es que nos parezca inaceptable, horroroso o catastrófico, simplemente es la realidad y es natural que sea así. Nuestra vida sigue.
Aprende a diferenciar entre tus expectativas y las expectativas de los demás. Más que pasarnos la vida preguntándonos ¿qué quisieran los demás que yo haga? mejor preguntarse: ¿qué quiero hacer realmente yo?; ¿cómo me gustaría verme a mi mism@ en unos años?
Entendiendo que ser agradado por los demás, es algo que como seres humanos buscamos inevitablemente por ser seres sociales, hay que hacerlo de forma inteligente, espontánea y tranquila; no de manera alocada, planificada y calculadora. La mejor forma de recibir amor, es dándolo, y más si es que esto se hace desde la honestidad, sin presiones ni fuerza.